dissabte, 12 de desembre del 2009

Les nenes de Tost


Gràcies a la gentilesa de la Dolors de Castellciutat, publiquem aquest reportatge del "Diario de Barcelona" de 1968 que explica una de les històries de Tost que tants cops hem sentit en les seves diferentes versions. L'hem transcrit en el castellà original per facilitar-ne la lectura i el podeu llegir a continuació.


Diario de Barcelona, Jueves 21 de Noviembre de 1968 – Página 13 –

“LES NENES DE TOST”

Se trata de uno de los sucesos más chuscos de la picaresca del prepirineo. Aconteció en el municipio de Tost, formado por unos pueblecitos asentados en las estribaciones occidentales de la Serra del Cadí. Tost, capital del municipio, es un pueblo antiquísimo. Aparece ya mencionado en el año 839, en el acta de consagración de la iglesia de Santa María de Urgel, uno de los documentos más antiguos que se conservan escritos en catalán y también aparece en varias crónicas de la reconquista pirenaica contra los sarracenos.

Pero no vamos a hablarles del pasado histórico, sino de hechos muy próximos en el tiempo y estrictamente locales, que habían comenzado en comedia pero acabaron en tragedia para sus conspicuos promotores.

Un día de Noviembre de 1930, poco de mi llegada a la Seo de Urgel, conversaba con el amigo Fornesa, bajo los robustos plátanos de su famoso paseo. Ante el cuartel del batallón de xx en la plaza, mi compañero exclama: “- Seguramente ignora Vd quien proyectó y dirigió la construcción de este cuartel.-“ .Confesado de mi desconocimiento concluye: “-Fue Francesc Macià, siendo xx de Ingenieros en Lérida o antes de abandonar la carrera militar para entregarse a la política.-“ Avivada así mi curiosidad, penetramos en el cuartel. En el paso de entrada había un buen número de soldados que con grandes escobas hacían el menester nada heroico de barrer el patio. Una particularidad llamó en seguida mi atención: todos eran muy mayores. Los más jóvenes pasaban con mucho los treinta años. A mi pregunta de quiénes eran aquellos “ancianos”, me dio esta lacónica respuesta: “- Son les nenes de Tost.-“

Seguro que aquella contestación no podía bastarme, aguardó la salida para aclararme el enigma.

A fines del pasado siglo, comenzó a producirse en Tost este sorprendente fenómeno biológico: en todo el municipio no nacía un solo varón. Las mujeres en estado de buena esperanza al llegar al alumbramiento sólo parían hembras. Por obvias razones de tiempo y lugar pasaron muchísimos años antes de que el hecho insólito trascendiera. En 1923, fue advertido en la Caja de Reclutas de Lérida, donde produjo indecible asombro, pero sin más consecuencias.

Por circunstancias que se desconocen, las estadísticas que reflejaban el caso de Tost llegaron a conocimiento de un docto círculo de la capital. Por pura vanidad, muy humana, sus miembros guardaron celosamente el secreto, ilusionados con ser los primeros en descubrir las razones que condenaban a aquella comunidad humana a sobrevivir sin ejemplares masculinos.

Examinando sus posibles repercusiones, se dijeron: la cosa carece de importancia si el fenómeno queda circunscrito al municipio; bastaría entonces con que las mujeres de Tost, similarmente a los fundadores de Roma, raptasen a los jóvenes de los municipios inmediatos. Breve: se impondría repetir el histórico “rapto de las sabinas”, aunque esta vez inversamente, o sea: un rapto de “sabinos”.

Pero esta solución, óptima en aquel supuesto, no lo será si el fenómeno, propagándose, adquiría ámbito nacional. Un rapto masivo de “sabinos” franceses resultaba prácticamente inconcebible y en tal apuro, si nuestros ejércitos sólo pedían nutrirse de amazonas siempre estarían en inferioridad combativa, por muy aguerridas que fueran.

Dispuestos a aclarar el enigma sobre el terreno y con la urgencia que su gravedad requería, mandaron unos comisionados, los más doctos en Biología.

Callando la razón de su presencia, los comisionados recorrieron aquellos pueblos y aldeas, encontrándose con que el sexo fuerte estaba allí abundantemente representado por tipos excelentes y de todas las edades. Ante esta primera sorpresa, se dijeron: ¿será que las mujeres de Tost, en un arranque atávico, ya al rapto salvador? En esta creencia, que suponían confirmatoria del fenómeno, empezaron a interrogar a cuantos hallaban a su paso. Y aquí fue un desencanto mayúsculo: todos los preguntados resultaban ser vecinos del lugar, desde el día de su nacimiento en el propio distrito. Con esto quedaba definitivamente aclarado que en Tost nacían también varones. Como en todas partes. Si había alguna diferencia, estaría sólo en los papeles, pero esta comprobación ya no era de su incumbencia y abandonaron precipitadamente el lugar.

Al día siguiente subieron unos números de la Benemérita que, tras examinar los libros del Registro Civil, aprehendieron al alcalde y al secretario para llevarlos al Juez de Instrucción de la Seo. En las actas de nacimiento habían escrito “hembra” donde debieron haber escrito “varón”. Incoado sumario por falsificación de documento público, alcalde y secretario ingresaron en la cárcel y las “niñas” fueron incorporadas a filas con recargo, sin consideración alguna por razón de sexo ni de edad.

Pasado un tiempo, los detenidos salieron en libertad bajo fianza y regresaron al pueblo. El alcalde, al salir de la cárcel le dijo a un amigo que le aguardaba: “- mañana emprenderé un largo viaje-“ y así fue pues a la mañana siguiente se había suicidado.

Unos días después el secretario enfermó tan gravemente, al decir de sus familiares, que no dio tiempo ni de llamar al médico. Este fallecimiento causó general consternación. Sus convecinos le consideraban bienhechor público, pues quería haberles librado del servicio militar. Si no lo había conseguido era por un simple error de procedimiento.

En el entierro, siguiendo al féretro, iban todos los vecinos del distrito. Absolutamente todos, menos las “niñas” que yo había visto barriendo en el cuartel de la Seo.

Al día siguiente del entierro, unas gentes del vecino Principado, vieron cruzar la frontera franco-andorrana a un hombre que, como dos gotas de agua, se parecía al secretario de Tost, enterrado el día antes.

Nadie habló más del asunto. Las bocas de Tost permanecieron cerradas y conjuradas en un mismo y encubridor silencio.

Pasados muchos años, se dijo que el secretario que fue de Tost acababa de fallecer en Sudamérica. Y se dijo también entonces que el féretro llevado al cementerio no contenía ningún cadáver, sino un leño grande.

¡Vayan ustedes a saber!

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